Espiritualidad

La espiritualidad o Carisma de la Presentación ha llegado hasta nosotras a través de la experiencia de nuestros fundadores y las hermanas que nos han precedido. 

Se expresa en cinco características:

Las actitudes de María en su misterio de la Presentación

Pensamos que caminar como María, con alegría y sencillez en la vida cotidiana, hace que podamos transparentar a Dios, dándolo a conocer desde nuestra experiencia personal. María Niña nos invita permanentemente a descubrir el verdadero rostro del Dios de Jesús. Como ella, vivimos con la sencillez de quien tiene su corazón puesto en Él y la alegría profunda de sentirnos hijas suyas.

Vida fraterna

Caminamos juntas, compartiendo la vida cotidiana y ayudándonos a crecer en la fe, a través de la oración, a la luz de la Palabra de Dios y la realización de proyectos de misión. La fraternidad nos hace confiar en el otro, aceptar los propios límites y sacar a la luz lo mejor que Dios nos ha dado.

Disponibilidad en la Iglesia

 Vivimos en servicio y comunión con la Iglesia, atentas a las necesidades de nuestro mundo y colaborando activamente con ella desde nuestra opción de vida consagrada.

Aspiración a la santidad

Es la vocación fundamental de todo cristiano, que está llamado a responder a la voluntad de Dios en lo cotidiano. Este deseo lo sintieron con fuerza nuestros fundadores, que nos impulsaron a vivir el evangelio con todas sus exigencias.

Esta llamada la vivimos desde la pequeñez, humildad, sencillez… siguiendo el ejemplo de María Niña, sabiendo que es una tarea de toda la vida.

Unidad contemplación-acción

Toda acción nace de la contemplación, y la contemplación nos lleva a la acción. Ambas nos ayudan a descubrir a Dios en todo lo que nos rodea, llevándonos a una vida de compromiso evangélico en nuestras acciones, actitudes y relaciones con los demás.

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